Todo lo que se puede y no se
puede hacer en una pista de baloncesto viene recogido en las reglas de juego,
reglas que son patrimonio de todos, y digo de todos los participantes. Su
desconocimiento y ausencia de análisis ha provocado la existencia de ”mitos” y “leyendas”
sobre acciones técnicas concretas, y por lo tanto una aplicación, ejecución y
enseñanza errónea.
Regla sólo hay una. Entonces me
pregunto por qué si se trata de un jugador, o de un entrenador, o de un árbitro
o de un simpatizante... esa regla es diferente según quién la valora. La
respuesta es clara: una falta de lectura, de un estudio teórico, de un análisis
y aplicación práctica de la misma provocan una mala enseñanza del entrenador, una
mala ejecución del jugador y una mala aplicación del árbitro, y como
consecuencia final hace que el caos esté servido, anteponiendo sin razón la
regla e interpretación que individualmente considera cada uno, y que conlleva a
situaciones tensas y conflictivas constantemente: TODOS QUEREMOS TENER LA
VERDAD ABSOLUTA.
En la FBCV nos preocupa esta
situación, de que una regla que debe ser de obligado conocimiento y cumplimiento
se convierta en un sinfín de reglas diferentes, y por eso desde el Comité
Técnico Arbitral se quieren aclarar esos aspectos dudosos y ambiguos con un
análisis riguroso y real en función del contenido literal y estricto de las
normas. Por eso hemos iniciado la publicación de diferentes trabajos, como
recientemente ha sido “El Traspiés”, un artículo técnico que vio la luz a
principios del mes de febrero y que ha tenido una gran acogida y repercusión.
Otros muchos conceptos y movimientos del baloncesto serán abordados
próximamente para resolver las dudas e inquietudes de los diferentes estamentos
del baloncesto.
Nuestra intención es clara: unificar
el conocimiento de reglas de juego sin entrar en ningún debate porque LA REGLA
ES LA QUE ES.
Fernando Carrasco (Director Técnico Arbitral FBCV)
Amigo Fernando, coincido plenamente. La lectura y el estudio de la norma nos hace conocerla y estimarla. Estimarla porque supone una medida unififcadora de criterios y supresora de juicios de valor o de opiniones partidistas. El conocimiento de la norma garantiza autonomía y libertad. Un saludo. J.M. Carbó.
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