Esta
semana contamos con la colaboración de Armando Ballester. Es licenciado en
educación física y la temporada pasada fue delegado de la Selección Alevín
Masculina. Armando ha entrenado en categorías de iniciación en clubes como CB.
Lucentum y el BF San Blas Alicante.
En esta
ocasión, Armando nos aconseja acerca de la importancia de la preparación física
en las categorías Minibasket. Son muy pocos los clubes o colegios que dedican
un tiempo al trabajo de este aspecto tan importante para la mejora de nuestros
jugadores. Armando nos da unas pinceladas acerca del tipo de trabajo
sistemático que se puede hacer para paliar estas deficiencias. Gracias Armando
por tu colaboración.
"Es posible que, al leer
una respuesta afirmativa a la pregunta que titula el presente artículo, la
primera reacción que tengamos sea echarnos las manos a la cabeza. Al leer el
término preparación física nos viene
a la mente un gimnasio, una mancuerna de 20 kg, ... ¿5? Desde luego que son
imágenes que para nada encajan con un niño.
En primer lugar habrá que
definir a qué nos estamos refiriendo al hablar de preparación física en
minibasket. Cuando hablamos de deporte de formación e iniciación me gusta
añadir un guión que divida la primera palabra del término “preparación física”,
con lo que pasamos a hablar de pre-paración
física, haciendo de esta manera hincapié en su “pre”-fijo, en el carácter
de trabajo “pre”-vio a todo lo que esté por llegar en la vida deportiva del
niño que esperemos sea lo más larga posible.
Dicho esto, todos
asumimos fácilmente que para que un niño sea capaz de jugar a baloncesto
debemos ofrecerle una preparación técnico-táctica. En este sentido cabría
preguntarse: ¿nos paramos a pensar que para ejecutar la técnica y la táctica
individual de forma eficaz y eficiente es necesario un correcto control
motriz?, ¿hemos enseñado al niño a correr de forma más o menos eficiente antes
de enseñarle a hacer bote de velocidad? En definitiva, ¿hemos establecido una
base de habilidades simples a partir de la cual podamos aprender otras más
complejas? Esta sería la misión principal de la preparación física en la
iniciación, lo que habitualmente llamamos “coordinación”.
A muchos entrenadores se
nos llena la boca hablando de lo importante que ese trabajo de coordinación en
la etapa de minibasket, de hecho probablemente muy pocos dudaríamos a la hora
de defender sus virtudes al hablar con nuestros compañeros de profesión,
pero... ¿lo llevamos a la práctica?
Hay quien pone como
excusa que no tiene la suficiente formación en ese campo. Evidentemente, un
especialista en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte estará a priori
más capacitado para realizar ese trabajo (para ello y por ello somos especialistas), pero todos podemos en
mayor o menor medida ser capaces de incluir o variar algunos detalles en
nuestros entrenamientos que desembocarán en una mejora sustancial de la
práctica deportiva de nuestros jugadores, tanto a corto como a medio y largo
plazo. Sólo tenemos que estar dispuestos a hacer un esfuerzo inicial por
cambiar esos aspectos que, con la práctica, pasaremos a considerar como parte
inherente de la función formativa de un entrenador de iniciación.
Otra excusa es el poco
tiempo del que disponemos en nuestros entrenamientos, pero no es necesario
dedicar una parte de forma exclusiva al desarrollo de la coordinación. En caso
de tener tiempo suficiente podemos dedicar a ello los primeros 10 minutos de la
sesión. Sin embargo, si sabemos organizarnos seremos capaces de introducir
elementos de trabajo psicomotor durante nuestras sesiones sin necesidad de
hacer ejercicios orientados exclusivamente en esa dirección, por lo que no
trastocará para nada nuestro trabajo, sino que lo complementará y enriquecerá.
Tan sólo necesitaremos informarnos sobre los distintos tipos de habilidad
motriz (saltos, lanzamientos, giros...)
y echarle imaginación.
Como ejemplo podemos
pensar en el clásico juego de la “Muralla”, en el que los jugadores tienen que
cruzar el campo botando un balón (o sosteniéndolo en las manos, según la edad),
teniendo que superar a un compañero que se desplaza por la línea de medio campo
intentando tocar a los participantes para así sumarles a la muralla. Los
jugadores que cruzan primero y llegan al fondo contrario se dedican a mirar a
los que aún no han cruzado o, en el mejor de los casos, harán un tiro a canasta
para pasar entonces a mirar a los compañeros. ¿Por qué no proponerles un trabajo
mientras esperan? A bote pronto se me ocurren las siguientes opciones:
* Girar el balón
alrededor de la cintura, la cabeza o las piernas.
* Hacer cambios continuos
entre piernas, a ver cuántos consigo hacer hasta que llegue el último compañero
(motivación añadida a la de cruzar el campo).
* Una vez encesto intento
evitar que el resto de jugadores lo haga, chocando su balón con el mío en la
trayectoria de aquel a la canasta.
* Una vez he cruzado la
pista, me desplazo hasta el fondo contrario reptando.
En cuanto al desarrollo
de las capacidades condicionales sucede lo mismo. No tenemos que poner a los
niños a correr alrededor del campo ni a hacer flexiones, hay que buscar el modo
de integrar ese tipo de tareas en nuestro trabajo técnico-táctico habitual. Podemos
entrenar, por ejemplo, la velocidad mediante persecuciones breves, la fuerza a
través de lucha cuerpo a cuerpo, la resistencia sirviéndonos de ruedas
técnicas... y un largo etcétera.
Por último, para poner
punto final a este artículo considero conveniente citar una indicación
establecida por el Comité Internacional de Minibasket, el cual establece
como una de las funciones del minibasket:
- “Fomentar
el desarrollo físico del niño de manera completa y armoniosa”. (1994)
Armando Ballester (Licenciado en educación física y cuerpo técnico de la Selección Alevín Masculina.)
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