Gracias Fran por tu colaboración en este y en otros temas para los que
la FBCV siempre ha podido contar contigo.
"En primer lugar quería agradecer a la FBCV la posibilidad de participación que me dan en este espacio que es #fbcvBlog. Creo que el trabajo de la FBCV a través de las Nuevas Tecnologías está a la orden del día, y puede ser un sitio genial para la reflexión sobre nuestro trabajo diario como entrenadores. Me siento orgulloso, por tanto, de poder realizar mi humilde aportación."
Entrenar a baloncesto es
maravilloso; nos tiene enamorados. En cambio, hay algunas cosas que los
entrenadores quisiéramos que desaparecieran en nuestro día a día como técnicos,
o al menos, que tuviesen menos influencia en nuestra labor de la que realmente
tienen, y que muchas veces nos complica el trabajo. Para muchos, una de ellas
es, sin duda, la relación que mantenemos con los padres y madres de nuestros
jugadores, y la influencia que tienen en la práctica de sus hijos.
Quiero que veáis un par de videos,
que nos servirán como ilustración y como introducción al tema. Son buenas
herramientas para mostrar a los padres qué es lo que no queremos de ellos. El
primero es una noticia emitida por Noticias Cuatro en el año 2009.
El segundo video es un cortometraje
que se titula “6 contra 6”, producido por Aristócratas del Lumpen, en
colaboración con el Ministerio de Cultura, y dirigido por Marco Fetollini y
Miguel Aguirre.
La influencia de los adultos en la
experiencia deportiva que tienen los pequeños es tal, que algunos autores
(Smoll, 1986) definen el llamado Triángulo Deportivo, para plasmar de manera
gráfica el papel de los protagonistas en la iniciación deportiva: deportista,
entrenador, padres. A posteriori, otros autores (Dosil, 2008) incluso definen
esta influencia como un pentágono: jugador, entrenador, padres, árbitros,
directivos.
Creo que casi todos los problemas
que tenemos con los padres se producen por falta de diálogo, o al menos podrían
solucionarse desde el diálogo. Los padres se involucran de diferentes maneras
en la práctica deportiva de sus hijos, en función de lo que para ellos es el
deporte; y lo primero que tenemos que
tener en cuenta los entrenadores es que igual que nosotros tenemos que
formarnos y aprendemos cada día, un padre también necesita formarse. Los padres
no vienen aprendidos; no nacen sabiendo cómo se comporta el padre de un deportista,
ni esto se les explica en el Instituto o en la Universidad. Hacen lo que
consideran oportuno, o lo que creen que conviene para su hijo o para el equipo.
Las referencias, la mayoría provenientes del deporte de élite, muchas veces son
equivocadas, como podemos ver en la práctica.
Siendo entonces comprensivos con
ellos, los Clubes han de convertirse en formadores no solo de entrenadores o
jugadores, sino también de padres. Y los entrenadores debemos mediar en esa
relación, ser parte importante del proceso de formación del padre en la
práctica. Muchas veces por incomodidad, o por no sentirnos competentes,
obviamos esta responsabilidad.
A partir de reuniones y con contacto
y diálogo contínuo con ellos, debemos hacer entender a los padres cuáles son sus
responsabilidades con su hijo y con el equipo que participa su hijo. Desde mi
punto de vista hay que enfocarles con valentía y firmeza los siguientes aspectos:
- Confiar en que el entrenador siempre va a procurar lo mejor tanto para su hijo como para el equipo: Nosotros debemos agradecer y reconocer el esfuerzo que hacen (esfuerzo económico, organización de su tiempo, desplazamientos, etc.) para que su hijo juegue a baloncesto, pero ellos también han de reconocer el valor, la importancia y el interés que el entrenador dedica con su tiempo y esfuerzo a entrenar a su hijo.
- Los padres, muchas veces ex- jugadores o entrenadores, tienen que entender que el niño juega para su propio beneficio y diversión, no para cumplir las ambiciones de los padres. En este sentido, las expectativas han de ser lo más realistas posibles. Este proceso de ajuste de expectativas es importante.
- El deporte ha de enseñar que el esfuerzo y el trabajo es más importante que ganar un partido. Y solo con esfuerzo y trabajo pueden llegar un día los resultados. Ningún adulto, tampoco los padres, debemos presionar al niño más allá de su capacidad, enseñándole a ser feliz aceptando sus limitaciones, y evitarle sentirse decepcionado por el fracaso, aceptando tanto las victorias como las derrotas.
- El deporte es fuente contínua de frustraciones. Cada frustración hay que verla como una posibilidad que tiene el jugador para superarse y ser mejor. Cada vez que el niño participa en un equipo que pierde partidos, cada vez que un entrenador no confía en un jugador y que no le da muchos minutos, cada vez que no salen las cosas como uno quiere, etc. es una posibilidad que el deporte está dando para aprender, una posibilidad de superar un reto, y por tanto de ser mejores. Esto es difícil de entender, ya que los padres siempre van a intentar sobreproteger a su hijo, pero es básico para ser feliz jugando a baloncesto. Aprender esto significará convertir cada fracaso en una victoria.
- Mostrar autocontrol a su hijo es la mejor manera de que el niño aprenda a autocontrolarse. Se aprende por imitación, y hay que aplaudirle el esfuerzo y las actitudes positivas, para que el después sepa valorar al resto. Nunca menospreciarle, ni gritar, ni enfadarse por los errores cometidos: ni del jugador, ni del equipo, ni del entrenador, ni del árbitro…
- Los padres han de dejar que su hijo dedique tiempo al baloncesto. Evitar el deporte no es la mejor manera de castigar, ni conseguirán con ello aumentar su rendimiento escolar. Deben ayudar a su hijo a organizarse, y a establecer objetivos realistas, tanto en el baloncesto, como en los estudios o en otras facetas de la vida.
- Si algo nos enseña el deporte a los que hemos sido deportistas es el respeto por las reglas: las reglas del baloncesto, las reglas que marca el entrenador para el equipo; las reglas que marcan los mismos jugadores sobre lo que supone estar en un mismo equipo; respetar significará aprender a ser responsable con sus actos.
Este
asesoramiento a los padres debe realizarse de forma continua y paciente, a lo
largo de toda la temporada y a través de reuniones y diálogo con ellos. Ellos
son los máximos responsables de la educación de sus hijos, pueden darnos mucha
información, y tenerlos de lado es una herramienta importante para ganarnos la
confianza de los chavales, aumentando su rendimiento. Demasiadas veces ponemos
a los jugadores en la tesitura de tener que elegir entre el entrenador y sus
padres, y eso no es bueno. Cada uno en nuestra parcela, somos importantes para
ellos. Si somos coherentes y actuamos de hecho y de palabra con sentido común
con los padres, nuestros jugadores nos lo van a agradecer: de forma indirecta
estaremos favoreciendo su desarrollo y mejorando su rendimiento."
Que gran verdad, la formación de los padres deberían de incluirla él los cursos de entrenadores peque hay veces que hay que librar verdaderas batallas con algún padre o madre claro está
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